Giovanni Antonio Farina
Este es un grupo creado en la memoria de GAF, un hombre cuyas enseñanzas han impactado tan positivamente y han ayudado a tanta gente que hoy es el modelo a seguir por muchos. POR: CAMILA BOLÍVAR 11A DANIELA GIRALDO 11A
miércoles, 1 de junio de 2011
Las Hermanas Maestras (Historia)
El 11 de noviembre de 1836, Giovanni Antonio Farina funda, en Vicenza (Italia), el Instituto de las “Hermanas Maestras de Santa Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones”. Nace esta Congregación para dar respuesta a las necesidades de atención y formación de la niñez y juventud femenina del siglo XIX. El fundador comienza recogiendo a las niñas pobres de la ciudad a las que proporciona alimento, vestido e instrucción; con el tiempo, su primera escuela se abrirá también para las niñas ricas y posteriormente atenderá a la instrucción y educación de sordomudas (1840) y ciegas (1849).A la aprobación diocesana solicitada por Giovanni Antonio Farina el 25 de octubre de 1836 y concedida inmediatamente por el Obispo de la diócesis, mons. Cappellari, sigue la aprobación imperial el 17 de octubre de 1837, y el día 1 de marzo de 1839 recibe el Decretum Laudis del Papa Gregorio XVI.La Congregación se extiende rápidamente por el norte de Italia con comunidades dedicadas a la educación, pero ya en 1846 se empieza a atender a ancianos y a enfermos en residencias, en hospitales y a domicilio.El 2 de mayo de 1905, el Instituto obtiene la aprobación pontificia de Su Santidad el Papa Pío X, que había sido ordenado sacerdote por el Obispo Farina cuando desempeñaba su labor pastoral en Treviso.A principios de 1900 la Congregación se difunde por casi todas las regiones de Italia. En 1924 se funda la primera misión en Ecuador y posteriormente se extiende por todo el mundo. Actualmente está presente en Tierra Santa (desde 1927), Jordania 1966, Siria 1997, Suiza 1964, Rumanía 1998, Polonia 1994, España 1966, Brasil 1967, Colombia 1967, Méjico 1995, India 1983 y Costa de Marfil 1985.La llegada a España data de 1966. La primera comunidad se funda en Orduña (Vizcaya) en colaboración con los Padres Josefinos de San Leonardo Murialdo; en 1967, las hermanas se trasladan a Sigüenza (Guadalajara) y se erigen allí dos comunidades, una en el Seminario de los Padres Josefinos y otra en la Casa Diocesana de Ejercicios y residencia femenina de estudiantes.
Su Mensaje de Santidad
Juan Antonio Farina fue un pastor solícito que no conoció la mediocridad y caminó constantemente hacia las cumbres de la santidad. Sostenido por su celo sacerdotal educaba la juventud, animaba la vida cristiana y se dedicaba a formar sacerdotes misericordiosos y orantes, como él mismo demostraba con su vida.
La virtud que más llama la atención en él es la caridad heroica, era conocido como «el hombre de la caridad». Los pobres, los infelices, los abandonados, los que padecían todo género de sufrimientos eran el objeto de su ternura y de sus cuidados; siendo obispo se ofreció como voluntario para asistir espiritualmente y corporalmente a los enfermos en el hospital, arrastrando con su ejemplo a sus sacerdotes. La suya era una caridad inteligente, previsora; como verdadero educador comprendió el rol de la escuela en la reforma de la sociedad, la necesidad de colaboración entre la escuela y la familia, la importancia de la preparación del personal docente. Concibió la educación orientada a la formación integral de la persona humana, a la práctica religiosa y a la caridad fraterna. Su lema era: «La verdadera ciencia consiste en la educación del corazón, es decir, en el práctico temor de Dios».
Después de su muerte la fama de santidad empezó a propagarse en los ambientes eclesiásticos y civiles; en 1897 se comenzó a recurrir a su intercesión para obtener gracias y favores del Cielo. En 1978 una religiosa ecuatoriana, Sor Inés Torres Córdova, afectada por un grave tumor con metástasis, fue sanada milagrosamente después de haber invocado la intercesión del Padre Fundador junto con otras Hermanas..
Este obispo de la caridad, que vivió en una difícil situación histórica de la iglesia italiana del siglo XIX, tiene un auténtico valor de actualidad y posee aún hoy día la fecundidad espiritual de las personas “de proa” en la Iglesia y para la Iglesia del tercer milenio.
Biografía
(1803-1888)
Sacerdote de extraordinaria espiritualidad y de gran generosidad apostólica, Juan Antonio Farina puede ser considerado uno de los obispos más insignes del siglo XIX italiano. Fue el fundador de las Hermanas Maestras de S. Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, que actualmente se encuentran en varias partes del mundo con actividades educativas, asistenciales y pastorales.
Originario de Gambellara (Vicenza), lugar en el que nació el 11 de enero de 1803 de Pedro y Francisca Bellame, Juan Antonio Farina recibió la primera formación bajo la tutela de su tío paterno, un santo sacerdote que fue para él un verdadero maestro del espíritu además de su preceptor, ya que todavía no existían las escuelas públicas en los pueblos pequeños. A los quince años entró en el seminario diocesano de Vicenza donde asistió a todos los cursos distinguiéndose por su bondad y una particular aptitud para el estudio. A los 21 años, mientras todavía asistía a los cursos de Teología, fue destinado a la enseñanza en el mismo seminario, revelando así sus marcadas dotes como educador.
El 14 de enero de 1827 recibió la ordenación sacerdotal y poco después obtuvo el diploma que lo habilitaba a la enseñanza en las escuelas de primaria. En los primeros años de su ministerio se ocupó de varios encargos: la enseñanza en el seminario durante 18 años, la capellanía en la parroquia de S. Pedro en Vicenza por 10 años y la participación en distintas instituciones culturales, espirituales y caritativas de la ciudad, entre las cuales la dirección de la escuela pública primaria y superior.
En 1831 dio inicio a la primera escuela popular femenina y en 1836 fundó las Hermanas Maestras de S. Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, un instituto de «maestras de auténtica vocación, consagradas al Señor y dedicadas totalmente a la educación de las niñas pobres». Poco después, quiso también que sus religiosas se dedicasen a las hijas de familias acomodadas, a las sordomudas y a las ciegas; más tarde las envió a la asistencia de los enfermos y de los ancianos en los hospitales, en los asilos y en sus domicilios. El 1 de marzo de 1839 obtuvo el decreto de alabanza del Papa Gregorio XVI; la Regla por él redactada permaneció en vigor hasta 1905, año en que el Instituto fue aprobado por el Papa Pío X, quien había sido ordenado sacerdote por el obispo Farina.
En 1850 fue nombrado obispo de Treviso y recibió la consagración episcopal el 19 de enero de 1851. En esta diócesis desarrolló una variada actividad apostólica: en seguida inició la visita pastoral y organizó en todas las parroquias asociaciones para la ayuda material y espiritual de los pobres, incluso llegó a ser llamado «el obispo de los pobres». Propagó la práctica de los Ejercicios espirituales y la asistencia a los sacerdotes pobres y enfermos; cuidó la formación doctrinal y cultural del clero y de los fieles, y la instrucción y catechesis de los jóvenes. Los diez años de su episcopado en Treviso fueron marcados por el sufrimiento debido a cuestiones jurídicas con el Cabildo de la Catedral; esta situación condicionó la realización de su programa pastoral obstaculizando varias iniciativas y llegando a impedir la celebración del Sínodo diocesano.
El 18 de junio de 1860 fue trasladado a la sede episcopal de Vicenza, donde puso en acto un amplio programa de renovación y desarrolló una importante obra pastoral orientada a la formación cultural y espiritual del clero y de los fieles, a la catechesis de los niños, a la reforma de los estudios y de la disciplina en el seminario. Convocó el Sínodo diocesano, que no había sido celebrado desde el 1689; en su visita pastoral a veces recorría kilómetros a pie o a lomos de una mula para poder llegar a los pueblos de montaña que no habían visto nunca un obispo. Instituyó numerosas confraternidades para socorrer a los pobres y sacerdotes ancianos y para la predicación de Ejercicios espirituales al pueblo; propagó una profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María y a la Eucaristía. Entre diciembre de 1869 y junio de 1870 participó al Concilio Vaticano I, donde hacía parte de los que sostenían la definición de la infalibilidad pontificia.
Los últimos años de su vida fueron señalados con públicos reconocimientos por su labor apostólica y su caridad, pero también con fuertes sufrimientos e injustas acusaciones frente a las cuales él reaccionó con el silencio, la paz interior y el perdón, en fidelidad a su propia conciencia y a la regla suprema de la «salvación de las almas». Después de una primera grave enfermedad en 1886, sus fuerzas físicas se fueron debilitando gradualmente hasta el momento en que un ataque de apoplejía lo llevó a la muerte el 4 de marzo de 1888.
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